Nuestra esencia.


Una vez, una persona me dijo que 'madurar es saber distinguir entre ilusión y amor'. Estaba en lo cierto.
La ilusión es como una tormenta de verano. Te refresca, te divierte; pero es pasajera, efímera. Cuando vemos que esa tormenta se disipa afloran los sentimientos de pesadez y rutina. No nos gusta.
Sin embargo, el amor es como un terremoto que te recorre por dentro, un huracán que te destruye para volverte a reconstruir. Es vida. Algunos necios piensan que no existe, se equivocan. El amor es nuestra esencia, algo que todas las personas deben sentir. 
Ese momento en el que ves que tu pareja hace algo que te molesta de verdad, pero en lugar de enfadarte, sonríes. Cuando ve que miras al suelo inseguro y triste por un mal día, te coge de la barbilla, te levanta la cara y te mira a los ojos diciéndote: 'no te preocupes, te quiero'. Que no se espere que siempre vas a estar ahí, pero que tampoco lo dude.
Estas sensaciones que son como una ola que nos llevan por delante se llama amor. La diferencia la marcas tú y tu corazón. Vive como y quieras y como sientas, pero cuando lo veas pasar, no lo ignores, acércate a él y deja que te empape de todo lo que te tiene que dar. Y cuando lo hagas, tendrás uno de los tesoros más valiosos y más frágiles que existen, pues puede que no sea el definitivo o puede que te lo arrebaten, pero el tiempo que has pasado con él no se mide en días, sino en milenios.

Pensamientos de noche.

Los días pasan. Escuchas a tus amigos hablando sobre rollos que tienen, discusiones que han tenido con sus parejas, dilemas que les florecen mientras su vida corre al lado de ellos. Mientras tanto, yo no. En mi vida ese sentimiento ha ido desapareciendo poco a poco; nunca quise que lo hiciera, pero es algo inevitable, inexorable.

Todas las noches, cuando intento dormirme, me imagino que conozco a un chico fantástico, que me emociona al verlo, que cuando lo veo venir me empiezan a sudar las manos, que noto que la sonrisa me sale sola y que mi estómago se encoje de los nervios. Después, mi mente vuela por un millón de escenas que crea junto a ese chico imaginario. Imagina que, cuando me ve llorar, me abraza y me susurra: 'todo está bien, estamos juntos'; que, cuando me ve feliz, sonríe a mi lado; o, cuando me ve que estoy enfadado, me dice tonterías y me hace cosquillas para que me ría.
Situaciones, experiencias así son las que quiero. Pienso que todas las personas deberían tener un acompañante con el cual compartimos la felicidad, incluso, la multiplicamos. Cada uno tiene a su alma gemela en algún lugar, simplemente hay que esperar y experimentar, para que cuando llegue esa persona y estés con ella, lo sepas; para que sepas que esa es la persona, es algo que sientes en tu interior, es una llama que poco a poco te va abrasando por dentro y no puedes retenerlo más.

No obstante, en ocasiones, creo que lo idealizo todo, me creo que todo va a ser perfecto, que todo será precioso; pero dudo. Dudo porque miro a mi alrededor, observo que muchas parejas, al principio, están felices y sienten ese fuego; pero no es más que un espejismo que con el tiempo se disipa y descubres que no haces otra cosa que perder el tiempo y haceros daño. También siento que si tengo una pareja y quiero intentarlo, sé que intentaré con todas mis fuerzas que todo sea como el principio. Dulce utopía a la que quiero llegar, pero quiero intentarlo.
Puede ser que todo esto venga por las ganas que tengo de sentir eso otra vez.

Otra preocupación que invade mi mente, es la ilusión. Poco a poco he aprendido a dominarla y a encajar el dolor de si me ilusiono con alguna persona, al final no sale como a mí me gustaría. La vida está llena de oportunidades que si sabemos aprovechar bien, lo conseguiremos todo.

Supongo que a medida que pase el tiempo esto irá cambiando, obviamente, pero mientras tanto, esto es lo que siento.

Riesgo.

"Y cuando te quieres dar cuenta, todo cambia". Pequeños detalles son los que marcan los momentos más importantes en tu vida. Nunca sabrás el final, pero merece la pena intentarlo. Que te haga de rabiar, que te haga un póster de vuestra última foto, que te tape los ojos y te lleve a la casa de tus sueños. Cada momento, cada detalle, cada caricia, cada palabra; todo cuenta. Sin embargo, existe un poderoso enemigo que hará que dudes, incluso, que lo tires todo por la borda, ese enemigo es el 'Miedo'. Miedo a sentirte atado, miedo a no ser correspondido, miedo a que tu felicidad dependa de esa persona. Pero, ¿y si resulta que esa relación es la verdadera y por culpa del miedo no te atreves a dar el paso, a arriesgarte a perderlo todo? 
"'Y' y 'Si' son dos palabras que separadas no significan mucho, pero si las juntamos pueden dar lugar a muchas dudas: ¿y si...?" No permitas que en tu vida quepa esta duda, actúa conforme sientes, pero siempre con juicio. 
Muchas veces los amores que parecen imposibles son los mejores y más verdaderos, simplemente hay que intentarlo. Puede ser que te asomes a un abismo al que posiblemente te puedas caer, pero tú sabes que si te caes, te levantas; y seguramente si no lo hubieras intentado te habrías arrepentido durante el resto de tu vida. En la vida, a veces, hay que arriesgarlo todo para conseguir aquello que amas. 

18º epílogo.

18 años. Todos te dicen: "tienes toda la vida por delante","aún eres muy joven". Pero yo me paro a pensar en lo que he vivido hasta ahora, y existen cosas que querría haber hecho antes de cumplir los 18. Hablando con amigos más pequeños que yo, me doy cuenta que ellos han hecho cosas que a mí sí me hubiera gustado hacer. Con esto no digo que quiera ser como los demás, nunca lo he dicho y nunca lo diré, simplemente es que no sé a qué espero para hacerlas, si gente con menor edad que yo ya las han hecho. 
Con 'estas cosas' me refiero a, por ejemplo, conocer mucha más gente, haber tenido novios, experiencia sexual, sonarán a cosas típicas, pero que no puedo evitar que me afecten. 
Supongo que son tonterías que invaden mi mente, pero nadie puede quitarme esa sensación que siento cuando me pongo a pensar en esos temas. 
Creo que me quedan muchas cosas por vivir, tanto las que quería haber vivido hace tiempo, como las que aún tienen que llegar. Lo que me da miedo es saber si podré controlarlo todo. 

"No quieras vivir o crecer muy deprisa" eso dicen. Mis intenciones no es acelerar mi vida, sino sentirme que hago las cosas que hacen gente igual a mí, eso me hace sentirme integrado.
Mi mente es complicada, lo sé, y quizá no debería comerme tanto la cabeza, pensar que todo sucederá en su momento, en su lugar y no forzarlo. Pero, como diría un buen amigo, es algo que invade mi mente. 

Confianza engañada.

Contar todo lo que piensas a una persona hace que te apoyes en ella, encuentres un paño de lágrimas donde consolarte. Tú sabes que esa persona estará para lo bueno, para lo malo; sabes que la tienes para salir de fiesta, o para desahogarte cuando lo necesitas. Sin embargo, al igual que tú te apoyas en ella, tú esperas que suceda lo contrario. En algunas ocasiones, crees que sí, que te llama para contarte lo que le ha pasado a esta amiga, que te dice los ligues que tiene, aunque ella sabe que no llegarían a ningún lado, pero te lo cuenta. No obstante, en ciertos momentos, notas que las noticias sobre ella te llegan tarde, o que a quien se lo cuenta primero no es a ti.
Esa sensación que sientes, no es más que un espejismo. Conjeturas que tú te creas simplemente para explicarte lo gran protector que quieres ser con ella. También se puede confundir con cotilla, no te digo yo que no, pero la confianza no se basa en contarle cada segundo de lo que pasa en tu vida; la confianza consiste en apoyo cuando lo necesita, decir los errores cuando los ves, saber que vais a discutir entre vosotros pero que al día siguiente estáis tan normales. De esto trata la confianza, de dejarte guiar como si tuvieras una venda en los ojos y creer firmemente que no te va a dejar caer.

Por último, me gustaría pedirte perdón. Perdón por haber puesto en duda nuestra confianza. Perdón por no creer en ti siempre. Perdón por flaquear por este motivo. Perdón por no decírtelo en su momento. Pero, sobretodo, perdón por no haberte querido tanto, como lo estoy haciendo ahora.